sábado, 29 de septiembre de 2007

Hangzhou

Llegamos a Hangzhou sobre las 20:30, recogimos el equipaje y buscamos algún mostrador donde conseguir un mapa de la ciudad. En uno de los mostradores, una chica muy maja nos dijo que si queríamos un taxi nos lo podía llamar, y que nos costaría 150 yuanes. Accedimos e hizo la llamada. Nos condujo al aparcamiento, donde nos esperaba el “taxi”. Debía ser un amigo, novio o familiar de la chica, que estaba a punto de embolsarse 150 yuanes por utilizar su coche a modo de taxi. Nos llevó a la ciudad, y al hostal… pero a otro que había en la misma calle!!! En recepción nos dijeron que estaba un poco lejos para ir andando. Intentamos comunicarnos con el “taxista”, pero era imposible, no hablaba nada de inglés y no quería entendernos. Optamos por mandarle a la mierda y salir a la calle a por un taxi de verdad. Por 10 yuanes nos llevó a nuestro hostal, el Hangzhou West Lake Youth House, a orillas del Lago del Oeste.
Este es el único hostal donde compartimos habitación, ya que me fue imposible encontrar una habitación triple en Hangzhou, así que nos quedamos en un dormitorio de cuatro camas. Hicimos el check-in en recepción, nos dieron la tarjeta para entrar a nuestra habitación y nos dirigimos a ella. Intentamos abrir la puerta varias veces sin conseguirlo, hasta que nos abrieron desde dentro… el que iba a ser nuestro compañero había cerrado por dentro. Era un chico colombiano que por suerte nos habló en español antes de darnos tiempo a decir toda clase de improperios.
Las camas, las más incómodas del viaje. Eran unos “colchones” de unos tres centímetros de grosor sobre unas tablas de madera, así que se puede suponer lo duro que era eso.
Tras dejar las cosas en la habitación, bajamos a la recepción y llamé a Alex con el Skype. Quedamos en vernos al día siguiente a las once de la mañana, pero como no sabía dónde estábamos, quedé en llamarle desde un teléfono y pasarle con el personal del hostal para que se lo explicaran. En el mostrador de recepción me dijeron que llamara desde el teléfono que tenían allí, les pasé con Alex y se lo explicaron sin problemas.
Después de esto, cenamos y nos acostamos.


07-09-2007

Nos levantamos, desayunamos y salimos en busca de un cajero para sacar dinero, ya que estábamos un poco escasos. Volvimos al hostal justo a las 11, y nos estaba esperando nuestro amigo Alex. Nos dijo que lo mejor que podíamos hacer era alquilar unas bicicletas para recorrer el recinto del Lago del Oeste, y así lo hicimos. Nos costaron 10 yuanes la hora cada una, y con ellas dimos una vuelta al lago parando un par de veces en dos horas.



Dejamos las bicicletas y cogimos un taxi para ir a comer a un sitio donde Alex nos dijo que se comía bien y barato. El restaurante era completamente chino, yo creo que no habían visto por allí nunca a un turista. Evidentemente las cartas estaban en chino, así que fue Alex el encargado de pedir la comida.
Después de comer fuimos en taxi al parque de Feilaifeng, que es un parque a las afueras de la ciudad donde, además de un templo, hay un gran número de grutas con figuras de buda talladas en las paredes. Compramos las entradas (35 yuanes cada una) y nos despedimos de Alex, que se tenía que ir a hacer cosas para la universidad.



Estuvimos un buen rato recorriendo el parque y subiendo y bajando la colina que tiene en medio, y volvimos a la ciudad. Tal y como nos había advertido Alex, era muy difícil encontrar un taxi para volver, pues eran la seis de la tarde y por lo visto a esa hora hay un cambio de turno entre los taxistas. Fuimos a la parada de autobuses y volvimos a la ciudad en bus.



Estuvimos dando una vuelta por las calles del centro y por un mercadillo, y cuando nos cansamos entramos a un bar a tomar unas cervezas. Era un bar muy pequeño en el que nos fue muy difícil comunicarnos, pero lo conseguimos. Lo más difícil fue explicar cuando terminamos las cervezas que habíamos pedido que queríamos otras tres, no la cuenta. Después de las cervezas, fuimos a cenar a un mercadillo que había cerca, donde toda la comida estaba ensartada en pinchos, como en el mercado de Beijing, pero aquí no había bichos extraños. Lo que se ve en la foto son calamares (y a Marce).



Después de cenar, volvimos al hostal y nos acostamos. Vimos que nuestro compañero de habitación se había ido, así que aproveché para coger su "colchón" para juntarlo con el mío y así dormir un poco más cómodo.

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