domingo, 23 de septiembre de 2007

Beijing (3)

04-09-2007

"Quien no ha subido a la Gran Muralla no es un hombre de verdad".
(Mao Zedong)

Todo un iluminado este Mao.
Nos levantamos a las 6:30 y a las 7 estábamos en el Far East Hotel. A las 7:20 salimos hacia la muralla. En la furgoneta íbamos seis (además del conductor).
Llegamos a la zona de la muralla a las 9, después de un largo trayecto dando botes. Como no apetecía subir andando, compramos los tickets para el teleférico (50 yuanes cada uno ida y vuelta) y nos dirigimos a la salida. En unos minutos estábamos en la muralla. El teleférico te deja a la altura de la torre 15 de un total de 21 que hay en el tramo.
Empezamos andando a las 9:30 hacia la izquierda, hacia la torre 21. Es fácil de andar, aunque a veces es un tanto cansado, ya que hay muchos tramos de escaleras. Al final de este tramo hay una subida de unas cuatrocientas escaleras bastante irregulares.



Una vez que llegamos al final (a la torre 21), volvimos al punto de inicio y comenzamos a andar hacia la otra parte. En este tiempo, nos encontramos en el camino con muy pocas personas, después fueron llegando más, pero éramos pocos los que estábamos en el tramo de Mutianyu (dicen que al tramo de Badaling acude la gente en mareas).



Es trayecto de la torre 15 la 1 es casi todo bajada, por lo que en vez de volver a subir, decidimos volver al aparcamiento andando desde la torre 6 (a lo largo de la muralla hay varios caminos que comunican con el aparcamiento). Llegamos abajo cerca de las 12. Había gran cantidad de puestos de souvenirs, bebidas y comida. Compramos las típicas camisetas de “Yo escalé la Gran Muralla” (las tres por 10 euros), nos sentamos a descansar un poco y a las 12:30 fuimos al punto donde habíamos quedado para volver a Beijing.
Llegamos de vuelta a Beijing a las 14:30, y fuimos a comer a un restaurante en la misma calle de nuestro hostal. Éramos los únicos clientes (era muy tarde para ellos), y mientras comíamos, todo el personal del restaurante (8 personas, que supusimos que eran una familia) ocuparon una mesa y se pusieron a comer. En menos de cinco minutos todos habían sorbido su bol gigante de noddles y volvieron al trabajo. La comida nos costó 53 yuanes entre los tres.
Después de comer, fuimos al parque de Jingshan, al norte de la ciudad prohibida. La entrada costaba 2 yuanes por cabeza. El mayor interés que tiene este parque es subir a la cima de la Colina del Carbón (vaya día que llevábamos de subidas), desde donde hay una buena vista de la ciudad prohibida.



Sobre las 7 de la tarde volvimos al hostal, donde tomamos unas cervezas, miramos el correo electrónico y llamé a casa. Además, escribí a Alex (el chico de Hangzhou que conocimos en Xi’an).
Poco a poco fue apareciendo el resto de la tropa y volvimos a cenar todos juntos en el mismo sitio del día anterior. Unos cuantos querían salir por la noche, pero nosotros nos fuimos a la cama muy cansados sobre las 12.

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