martes, 23 de octubre de 2007

El presupuesto

Los gastos totales de este viaje de 18 días han ascendido a 1650 euros por persona, que se han repartido de la forma:

  • Billete de ida y vuelta: 803 €
  • Vacuna Hepatitis A: 11.11 €
  • Vacuna Fiebre Tifoidea: 3.61 €
  • Visado: 25 €
  • Seguro de viaje: 25 €
  • Vuelo Shenzhen - Guilin: 56 €
  • Vuelo Guilin - Xi'an: 95 €
  • Tren Xi'an - Beijing: 53 €
  • Vuelo Beijing - Hangzhou: 83 €
  • Gastos durante el viaje: 495 €

Los gastos durante el viaje han sido:

  • Alimentación: 115 €
  • Alojamientos: 113 €
  • Transportes: 96 €
  • Turismo: 141 €
  • Otros: 29 €

Aparte de todo esto quedan las compras que realizara cada uno.

Fin del relato

Pues esto ha sido todo. En sucesivas entradas contare cosas sueltas que se me ocurran. Cuando modifique algo de lo que ya he publicado, avisaré de alguna forma.

miércoles, 10 de octubre de 2007

El viaje de vuelta

11/09/2007

Por desgracia el viaje ya llegaba a su fin, aunque todavía nos quedaba un largo día con dos vuelos. El primero salía de Shanghai hacia Helsinki a las 10 de la mañana. En el hostal nos habían metido un poco de miedo en el cuerpo al decirnos que podría haber mucho tráfico por la mañana y que podríamos tardar cerca de hora y media en llegar al aeropuerto, así que nos levantamos a las cinco de la madrugada (todavía eran en España las once de la noche anterior), y a las cinco y media ya estábamos cogiendo un taxi. Como suele ocurrir en estos casos, no había nada de tráfico así que a las 6:10 ya estábamos en el aeropuerto. Pagamos los 152 yuanes que marcaba en taxímetro y nos dirigimos a la zona de facturación. Localizamos nuestro mostrador y, como vimos que ya se empezaba a formar cola, nos pusimos al final. El mostrador abrió a las siete, tres horas antes del vuelo, y para entonces la cola ya era muy larga. Por suerte nosotros estábamos al principio y facturamos pronto. Nos dieron las tarjetas de embarque para los dos trayectos y, mientras nos íbamos, oímos como nos llamaba la chica del mostrador. Por lo visto el escáner había detectado algo sospechoso en mi maleta. Me pidió la tarjeta de embarque y me dijo que tenía que ir a una sala adyacente donde la policía abriría mi maleta.
Fui a la sala y ya tenían allí la maleta, junto con una pantalla en la que se podía ver la imagen del escáner y la zona sospechosa. Era justamente en el neceser (donde había guardado los relojes de imitación). Un poco acojonado y pensando que me iban a decir algo o incluso multarme por llevar imitaciones, abrí la maleta. Cuando la policía abrió el neceser y revisó los líquidos y los relojes, me dijo “OK”. Supongo que el escáner había detectado líquidos junto a maquinaria y eso seguirá el patrón de candidato a bomba.
Después de esto, recuperé mi tarjeta de embarque y nos dirigimos a los controles de seguridad, tras los cuales llegamos a la zona de embarque. Allí, cambiamos los yuanes que nos quedaban y esperamos a la salida del vuelo, que fue perfectamente puntual.
El avión era un Airbus A-340, con pantallas individuales en el respaldo de cada asiento. En ellas se podían ver muchas películas y jugar a juegos. Gracias a esto, el vuelo de casi diez horas hasta Helsinki se nos hizo más corto. En Helsinki esperamos algo más de dos horas a la salida del vuelo a Madrid, que también fue puntual. Este vuelo se nos hizo bastante largo porque ya llevábamos muchas horas a nuestras espaldas (nuestros culos más bien). A las ocho y veinte de las tarde aterrizamos en Madrid. Recogimos nuestras maletas, nos despedimos y cada uno cogió un camino hacia su casa, en mi caso en autobús. Por fin en casa, tocaba descansar, ver las fotos y contar aventuras, tanto en persona como en este blog.

martes, 9 de octubre de 2007

Shanghai (2)

09-09-2007

Nos levantamos, desayunamos lo que habíamos comprado el día anterior y salimos. Pasamos la mañana dando una vuelta por la Concesión Francesa y por la ciudad antígua.



Para comer, decidimos variar un poco y nos metimos a un McDonalds.
Sobre las cinco de la tarde, estábamos por los alrededores del Museo de Shanghai, cuando se nos acercó una pareja hablando en inglés. Rápidamente identificamos el guión: que de donde somos, que donde hemos estado, que cuanto tiempo llevamos en China… hasta que la chica nos dijo que su amigo y ella iban a un espectáculo de acrobacia y se ofrecieron para ir juntos. Nuevamente declinamos esta amable invitación y volvimos tranquilamente a la zona de nuestro hostal a buscar un sitio para cenar.
Entramos a un restaurante que tenía en las puerta fotos de los platos, pero cuando vimos la carta (no tenía los precios), nos fuimos para evitar tener que montar un follón después de que nos intentaran timar. Entramos al restaurante de al lado, que estaba lleno de chinos jóvenes. El personal no hablaba ni una palabra de inglés, pero muy amablemente nos trajeron un cartón en el que tenían apuntado como se escribe “pollo”, “ternera” y “pescado” en chino. Con esto, pedimos ternera y pollo, con abundante arroz y cerveza para acompañar. En la mesa había un papel en el que apuntaban todo lo que íbamos pidiendo, así como los precios. Cuando pedimos la cuenta, se llevaron el papel y vino una señora diciendo algo en chino a la vez que marcaba en la mesa con el dedo lo que parecía que era el número 120. Como según nuestras cuentas la cuenta era de 95 yuanes, le dijimos que de eso nada, por lo que después de intentarlo un par de veces más, fue a hablar con un camarero joven. Después de esta conversación entre ellos, el camarero vino y nos dijo que la cuenta era de “niti-fai” yuanes, justo lo que esperábamos. Pagamos y volvimos al hostal.


10-09-2007

Por la mañana fuimos al templo del Buda de Jade, y después a conocer un mercadillo que habíamos leído que estaba en la parada de metro de museo de ciencia. Vimos que era otro mercadillo más lleno de gente un poco pesada, así que dimos una vuelta y no tardamos mucho en irnos.



Pensando en qué podíamos hacer, decidimos ir a dar un paseo en el tren más rápido del mundo, que es el que lleva desde Shanghai hasta el aeropuerto de PuDong. Para ello, fuimos en metro hasta la estación de Longyang y seguimos las indicaciones que llevaban al “Maglev train”. Efectivamente se trata de un tren de levitación magnética que alcanza los 431 Km/h para conectar la ciudad con el aeropuerto en siete minutos. El precio del billete de ida y vuelta era de 80 yuanes. Por lo visto si llevas un billete de avión para el mismo día es más barato… pero poca gente lo llevaría, porque por lo que vimos, la mayoría de la gente iba como nosotros, en viaje de ida y vuelta simplemente para conocer el tren. Aquí tenemos un vídeo de un momento a la velocidad máxima:



Cuando volvimos a Shanghai, buscamos un sitio para comer. Tras mucho buscar, decidimos repetir en el McDonalds, ya que en los sitios que veíamos, no tenían carta en inglés ni con fotos… y como era tarde, no había más gente comiendo, así que no podíamos señalar sus platos y decir que queríamos lo mismo.
Por la tarde volvimos a la calle Nanjing y al Bund, pasando antes por la zona del museo de Shanghai. Como esperábamos, nos asaltaron varias personas para, siguiendo el guión de siempre, “invitarnos” a ir a los más diversos lugares. Decidimos seguirles la corriente y vacilarles un poco, así que lo pasamos bien. Cuando ya nos íbamos, nos encontramos con la pareja del día anterior, que casualmente debían ir otra vez al espectáculo de acrobacia (debe ser que les gustó mucho). Incluso nos reconocieron y nos saludaron.
A última hora de la tarde fuimos al Bund, para verlo mientras anochecía.



Después, volvimos hacia el hostal y fuimos otra vez a cenar al mismo sitio del día anterior. Cuando los dueños nos vieron nos saludaron efusivamente, sorprendidos de que volviéramos. Como el día anterior nos habíamos pasado un poco con la cantidad de comida, pedimos menos, así que esta vez la cuenta ascendió a sólo 53 yuanes.
Después de la cena, fuimos al hostal a hacer las maletas y acostarnos, ya que al día siguiente tocaba pegarse un madrugón de los buenos.

martes, 2 de octubre de 2007

Shanghai

08-09-2007

Queríamos ir por la mañana en tren a Shanghai, pero sabíamos que nos íbamos a encontrar con un problema en la taquilla de la estación de trenes por el idioma. Mientras nos preparaban el desayuno, pedí en la recepción del hostal que me escribieran un papel en chino con lo que queríamos (tres billetes a Shanghai en un tren D, los trenes rápidos, a ser posible). El amable chico que estaba en recepción escribió rápidamente la nota, y de paso, le pedí que nos llamara a un taxi para ir a la estación.



Subimos a la habitación, bajamos con nuestros equipajes y en un momento llegó el taxi. Una chica del hostal le dijo al conductor a dónde queríamos ir, y llegamos en unos minutos (poco después de las nueve de la mañana). Entregué el papel en la taquilla y me dieron billetes para el tren N272 (un poco más lento que los D). El tren salía a las 10:25, así que había que esperar un rato.
Llegamos a Shanghai a las 12, y seguimos las instrucciones para llegar nuestro hostal. Simplemente se trataba de coger el metro hasta la parada que nos indicaban y andar un poco… Pero se nos complicó bastante el asunto, porque debimos andar en la dirección equivocada al bajar del metro. Después de un rato andando y sin saber hacia dónde ir, decidimos coger un taxi. Fue bastante difícil, ya que todos los que pasaban estaban ocupados, pero finalmente conseguimos uno, y en unos minutos llegamos al Koala Youth Hostel. Hicimos el check-in, pagamos (300 yuanes por noche), y subimos a la habitación. Estaba muy bien, con televisión, aire acondicionado e incluso cocina. El baño estaba en el medio de la habitación (entre las camas y la cocina), y estaba cerrado por paredes de cristal!!! (eso sí, con cortinas), así que resultaba ser poco íntimo.
Salimos a la calle y buscamos un sitio para comer, con dos problemas: que era muy tarde (algo más de las dos), y que en todos los sitios que veíamos las cartas estaban exclusivamente en chino. Cuando llegamos a un sitio donde tenían en la puerta fotos de los platos, entramos. Como era tarde, éramos los únicos clientes y los camareros estaban tranquilamente sentados viendo la televisión, pero nos atendieron sin problema. Para elegir la comida, fuimos a la puerta, señalamos las fotos de los platos que queríamos y nos encomendamos a Buda. Comimos y pensamos qué hacer por la tarde.
Decidimos ir al Bund, para lo cual, cogimos el metro y nos bajamos en la parada de Nanjing Road, desde donde llegamos andando en unos minutos.
La calle Nanking estaba atestada de gente y sobre todo de vendedores. Por lo visto hace poco han cerrado el mercado de la seda de Shanghai, así que los vendedores se han trasladado a la calle. Ten enseñan sus catálogos (tienen lo que quieras), y te intentan llevar a sus tiendas escondidas. Nosotros no fuimos a ninguna de estas tiendas.
Cuando por fin llegamos al Bund, estuvimos dando una vuelta y decidimos pasar a la zona de en frente, Pudong. Para ello, fuimos por el tunel especialmente preparado para guiris, en el que cruzas en una especie de vagón de metro y vas rodeado de luces y láseres. El viaje cuesta 35 yuanes por persona, y no lo recomiendo, ya que se puede cruzar en metro. Lo que sigue es un vídeo del trayecto.



Ya en la zona de Pudong, estuvimos dando una vuelta y nos dirigimos a la torre Jinmao, que con 420 metros de altura es la más alta de China y la cuarta del mundo (bueno, lo era… creo que ya la han superado). La verdad es que la torre desluce un poco pese a su tamaño, ya que justo al lado de ella se está construyendo otra más alta. Como no está terminada, no entra en las clasificaciones, pero mide 460 metros. Miguel y yo subimos al mirador de la planta 88 (70 yuanes cada uno), desde donde la vista es bastante espectacular, a pesar de la neblina que había. Marce prefirió quedarse con los pies bien asentados en el suelo. En la primera foto se ve el interior de la torre, y en la segunra, las fos torres. La baja es la Torre Jinmao.





Después de bajar de la torre Jinmao, volvimos en metro a la zona del Bund y fuimos poco a poco andando hacia el hostal. Cuando estábamos en la Plaza del Pueblo, se acercaron a nosotros dos chicas y un chico muy amables y estuvimos charlando en inglés un rato. Nos preguntaron de dónde éramos, cuanto tiempo llevábamos en China, los sitios en donde habíamos estado… y por fin nos dijeron que nos podían acompañar a tomar algo a un sitio muy bueno que conocían, y al que casualmente se dirigían ellos cuando nos encontramos. Declinamos la invitación y continuamos nuestro camino.
Cuando estábamos llegando a nuestro hostal, paramos en un supermercado a comprar unas cuantas cosas para desayunar al día siguiente, ya que no teníamos incluido el desayuno. Dejamos las cosas en la habitación y salimos en busca de un sitio para cenar. Después de dar un par de vueltas, entramos a un sitio con pinta europea y cenamos allí. La calidad dejaba mucho que desear, pero por lo menos la carta estaba en inglés. Después de cenar, volvimos al hostal, yo miré el correo y llamé a casa y nos acostamos.