viernes, 2 de noviembre de 2007

Cuestión de tamaño

Hablando de baños... cuando entrábamos a uno e íbamos a un urinario, si había al lado algún chino se asomaba sin pudor alguno para ver nuestro "poderío". Supongo que querrían comprobar si es verdad eso que se dice del poderío de los europeos.

Los baños

Uno de nuestros mayores "temores", a la vez que algo que despertaba en nosotros mucha curiosidad, era el tema de los baños. ¿Qué nos encontraríamos? ¿Tendrían papel higiénico? Por esto, cada uno llevamos desde aquí un par de rollos de papel y un buen puñado de paquetes de kleenex.
En todos los alojamientos donde nos quedamos los baños eran como los de aquí, en los aeropuertos normalmente eran de los que tienen un agujero en el suelo y estaban limpios, y en los bares y restaurantes... te podías encontrar cualquier cosa. En cuanto al papel higiénico, sólo había en los alijamientos y en algún aeropuerto.
Para ilustrar sigue una imágen. Corresponde al baño de un restaurante en Yangshuo. Obsérvese el cazo con agua para hacer las labores de la ausente cisterna. No saqué en la foto en agujero para no herir la sensibilidad de nadie.

Los pelos de El Pelos

Como se puede ver en alguna de las fotos, mi compañero de aventuras Marce (El Pelos) luce una larga y cuidada melena.
Durante los primeros días en China, nos fijamos en que algunos chinos le señalaban y se reían, hasta que en Xian, la guía de nuestra "maravillosa" excursión a los guerreros de terracota nos dijo que allí sólo llevaban el pelo largo los artistas. Después de esto, cuando veíamos a alguien mirando atentamente a la cabellera de Marce, le decíamos que era artista.

martes, 23 de octubre de 2007

El presupuesto

Los gastos totales de este viaje de 18 días han ascendido a 1650 euros por persona, que se han repartido de la forma:

  • Billete de ida y vuelta: 803 €
  • Vacuna Hepatitis A: 11.11 €
  • Vacuna Fiebre Tifoidea: 3.61 €
  • Visado: 25 €
  • Seguro de viaje: 25 €
  • Vuelo Shenzhen - Guilin: 56 €
  • Vuelo Guilin - Xi'an: 95 €
  • Tren Xi'an - Beijing: 53 €
  • Vuelo Beijing - Hangzhou: 83 €
  • Gastos durante el viaje: 495 €

Los gastos durante el viaje han sido:

  • Alimentación: 115 €
  • Alojamientos: 113 €
  • Transportes: 96 €
  • Turismo: 141 €
  • Otros: 29 €

Aparte de todo esto quedan las compras que realizara cada uno.

Fin del relato

Pues esto ha sido todo. En sucesivas entradas contare cosas sueltas que se me ocurran. Cuando modifique algo de lo que ya he publicado, avisaré de alguna forma.

miércoles, 10 de octubre de 2007

El viaje de vuelta

11/09/2007

Por desgracia el viaje ya llegaba a su fin, aunque todavía nos quedaba un largo día con dos vuelos. El primero salía de Shanghai hacia Helsinki a las 10 de la mañana. En el hostal nos habían metido un poco de miedo en el cuerpo al decirnos que podría haber mucho tráfico por la mañana y que podríamos tardar cerca de hora y media en llegar al aeropuerto, así que nos levantamos a las cinco de la madrugada (todavía eran en España las once de la noche anterior), y a las cinco y media ya estábamos cogiendo un taxi. Como suele ocurrir en estos casos, no había nada de tráfico así que a las 6:10 ya estábamos en el aeropuerto. Pagamos los 152 yuanes que marcaba en taxímetro y nos dirigimos a la zona de facturación. Localizamos nuestro mostrador y, como vimos que ya se empezaba a formar cola, nos pusimos al final. El mostrador abrió a las siete, tres horas antes del vuelo, y para entonces la cola ya era muy larga. Por suerte nosotros estábamos al principio y facturamos pronto. Nos dieron las tarjetas de embarque para los dos trayectos y, mientras nos íbamos, oímos como nos llamaba la chica del mostrador. Por lo visto el escáner había detectado algo sospechoso en mi maleta. Me pidió la tarjeta de embarque y me dijo que tenía que ir a una sala adyacente donde la policía abriría mi maleta.
Fui a la sala y ya tenían allí la maleta, junto con una pantalla en la que se podía ver la imagen del escáner y la zona sospechosa. Era justamente en el neceser (donde había guardado los relojes de imitación). Un poco acojonado y pensando que me iban a decir algo o incluso multarme por llevar imitaciones, abrí la maleta. Cuando la policía abrió el neceser y revisó los líquidos y los relojes, me dijo “OK”. Supongo que el escáner había detectado líquidos junto a maquinaria y eso seguirá el patrón de candidato a bomba.
Después de esto, recuperé mi tarjeta de embarque y nos dirigimos a los controles de seguridad, tras los cuales llegamos a la zona de embarque. Allí, cambiamos los yuanes que nos quedaban y esperamos a la salida del vuelo, que fue perfectamente puntual.
El avión era un Airbus A-340, con pantallas individuales en el respaldo de cada asiento. En ellas se podían ver muchas películas y jugar a juegos. Gracias a esto, el vuelo de casi diez horas hasta Helsinki se nos hizo más corto. En Helsinki esperamos algo más de dos horas a la salida del vuelo a Madrid, que también fue puntual. Este vuelo se nos hizo bastante largo porque ya llevábamos muchas horas a nuestras espaldas (nuestros culos más bien). A las ocho y veinte de las tarde aterrizamos en Madrid. Recogimos nuestras maletas, nos despedimos y cada uno cogió un camino hacia su casa, en mi caso en autobús. Por fin en casa, tocaba descansar, ver las fotos y contar aventuras, tanto en persona como en este blog.

martes, 9 de octubre de 2007

Shanghai (2)

09-09-2007

Nos levantamos, desayunamos lo que habíamos comprado el día anterior y salimos. Pasamos la mañana dando una vuelta por la Concesión Francesa y por la ciudad antígua.



Para comer, decidimos variar un poco y nos metimos a un McDonalds.
Sobre las cinco de la tarde, estábamos por los alrededores del Museo de Shanghai, cuando se nos acercó una pareja hablando en inglés. Rápidamente identificamos el guión: que de donde somos, que donde hemos estado, que cuanto tiempo llevamos en China… hasta que la chica nos dijo que su amigo y ella iban a un espectáculo de acrobacia y se ofrecieron para ir juntos. Nuevamente declinamos esta amable invitación y volvimos tranquilamente a la zona de nuestro hostal a buscar un sitio para cenar.
Entramos a un restaurante que tenía en las puerta fotos de los platos, pero cuando vimos la carta (no tenía los precios), nos fuimos para evitar tener que montar un follón después de que nos intentaran timar. Entramos al restaurante de al lado, que estaba lleno de chinos jóvenes. El personal no hablaba ni una palabra de inglés, pero muy amablemente nos trajeron un cartón en el que tenían apuntado como se escribe “pollo”, “ternera” y “pescado” en chino. Con esto, pedimos ternera y pollo, con abundante arroz y cerveza para acompañar. En la mesa había un papel en el que apuntaban todo lo que íbamos pidiendo, así como los precios. Cuando pedimos la cuenta, se llevaron el papel y vino una señora diciendo algo en chino a la vez que marcaba en la mesa con el dedo lo que parecía que era el número 120. Como según nuestras cuentas la cuenta era de 95 yuanes, le dijimos que de eso nada, por lo que después de intentarlo un par de veces más, fue a hablar con un camarero joven. Después de esta conversación entre ellos, el camarero vino y nos dijo que la cuenta era de “niti-fai” yuanes, justo lo que esperábamos. Pagamos y volvimos al hostal.


10-09-2007

Por la mañana fuimos al templo del Buda de Jade, y después a conocer un mercadillo que habíamos leído que estaba en la parada de metro de museo de ciencia. Vimos que era otro mercadillo más lleno de gente un poco pesada, así que dimos una vuelta y no tardamos mucho en irnos.



Pensando en qué podíamos hacer, decidimos ir a dar un paseo en el tren más rápido del mundo, que es el que lleva desde Shanghai hasta el aeropuerto de PuDong. Para ello, fuimos en metro hasta la estación de Longyang y seguimos las indicaciones que llevaban al “Maglev train”. Efectivamente se trata de un tren de levitación magnética que alcanza los 431 Km/h para conectar la ciudad con el aeropuerto en siete minutos. El precio del billete de ida y vuelta era de 80 yuanes. Por lo visto si llevas un billete de avión para el mismo día es más barato… pero poca gente lo llevaría, porque por lo que vimos, la mayoría de la gente iba como nosotros, en viaje de ida y vuelta simplemente para conocer el tren. Aquí tenemos un vídeo de un momento a la velocidad máxima:



Cuando volvimos a Shanghai, buscamos un sitio para comer. Tras mucho buscar, decidimos repetir en el McDonalds, ya que en los sitios que veíamos, no tenían carta en inglés ni con fotos… y como era tarde, no había más gente comiendo, así que no podíamos señalar sus platos y decir que queríamos lo mismo.
Por la tarde volvimos a la calle Nanjing y al Bund, pasando antes por la zona del museo de Shanghai. Como esperábamos, nos asaltaron varias personas para, siguiendo el guión de siempre, “invitarnos” a ir a los más diversos lugares. Decidimos seguirles la corriente y vacilarles un poco, así que lo pasamos bien. Cuando ya nos íbamos, nos encontramos con la pareja del día anterior, que casualmente debían ir otra vez al espectáculo de acrobacia (debe ser que les gustó mucho). Incluso nos reconocieron y nos saludaron.
A última hora de la tarde fuimos al Bund, para verlo mientras anochecía.



Después, volvimos hacia el hostal y fuimos otra vez a cenar al mismo sitio del día anterior. Cuando los dueños nos vieron nos saludaron efusivamente, sorprendidos de que volviéramos. Como el día anterior nos habíamos pasado un poco con la cantidad de comida, pedimos menos, así que esta vez la cuenta ascendió a sólo 53 yuanes.
Después de la cena, fuimos al hostal a hacer las maletas y acostarnos, ya que al día siguiente tocaba pegarse un madrugón de los buenos.

martes, 2 de octubre de 2007

Shanghai

08-09-2007

Queríamos ir por la mañana en tren a Shanghai, pero sabíamos que nos íbamos a encontrar con un problema en la taquilla de la estación de trenes por el idioma. Mientras nos preparaban el desayuno, pedí en la recepción del hostal que me escribieran un papel en chino con lo que queríamos (tres billetes a Shanghai en un tren D, los trenes rápidos, a ser posible). El amable chico que estaba en recepción escribió rápidamente la nota, y de paso, le pedí que nos llamara a un taxi para ir a la estación.



Subimos a la habitación, bajamos con nuestros equipajes y en un momento llegó el taxi. Una chica del hostal le dijo al conductor a dónde queríamos ir, y llegamos en unos minutos (poco después de las nueve de la mañana). Entregué el papel en la taquilla y me dieron billetes para el tren N272 (un poco más lento que los D). El tren salía a las 10:25, así que había que esperar un rato.
Llegamos a Shanghai a las 12, y seguimos las instrucciones para llegar nuestro hostal. Simplemente se trataba de coger el metro hasta la parada que nos indicaban y andar un poco… Pero se nos complicó bastante el asunto, porque debimos andar en la dirección equivocada al bajar del metro. Después de un rato andando y sin saber hacia dónde ir, decidimos coger un taxi. Fue bastante difícil, ya que todos los que pasaban estaban ocupados, pero finalmente conseguimos uno, y en unos minutos llegamos al Koala Youth Hostel. Hicimos el check-in, pagamos (300 yuanes por noche), y subimos a la habitación. Estaba muy bien, con televisión, aire acondicionado e incluso cocina. El baño estaba en el medio de la habitación (entre las camas y la cocina), y estaba cerrado por paredes de cristal!!! (eso sí, con cortinas), así que resultaba ser poco íntimo.
Salimos a la calle y buscamos un sitio para comer, con dos problemas: que era muy tarde (algo más de las dos), y que en todos los sitios que veíamos las cartas estaban exclusivamente en chino. Cuando llegamos a un sitio donde tenían en la puerta fotos de los platos, entramos. Como era tarde, éramos los únicos clientes y los camareros estaban tranquilamente sentados viendo la televisión, pero nos atendieron sin problema. Para elegir la comida, fuimos a la puerta, señalamos las fotos de los platos que queríamos y nos encomendamos a Buda. Comimos y pensamos qué hacer por la tarde.
Decidimos ir al Bund, para lo cual, cogimos el metro y nos bajamos en la parada de Nanjing Road, desde donde llegamos andando en unos minutos.
La calle Nanking estaba atestada de gente y sobre todo de vendedores. Por lo visto hace poco han cerrado el mercado de la seda de Shanghai, así que los vendedores se han trasladado a la calle. Ten enseñan sus catálogos (tienen lo que quieras), y te intentan llevar a sus tiendas escondidas. Nosotros no fuimos a ninguna de estas tiendas.
Cuando por fin llegamos al Bund, estuvimos dando una vuelta y decidimos pasar a la zona de en frente, Pudong. Para ello, fuimos por el tunel especialmente preparado para guiris, en el que cruzas en una especie de vagón de metro y vas rodeado de luces y láseres. El viaje cuesta 35 yuanes por persona, y no lo recomiendo, ya que se puede cruzar en metro. Lo que sigue es un vídeo del trayecto.



Ya en la zona de Pudong, estuvimos dando una vuelta y nos dirigimos a la torre Jinmao, que con 420 metros de altura es la más alta de China y la cuarta del mundo (bueno, lo era… creo que ya la han superado). La verdad es que la torre desluce un poco pese a su tamaño, ya que justo al lado de ella se está construyendo otra más alta. Como no está terminada, no entra en las clasificaciones, pero mide 460 metros. Miguel y yo subimos al mirador de la planta 88 (70 yuanes cada uno), desde donde la vista es bastante espectacular, a pesar de la neblina que había. Marce prefirió quedarse con los pies bien asentados en el suelo. En la primera foto se ve el interior de la torre, y en la segunra, las fos torres. La baja es la Torre Jinmao.





Después de bajar de la torre Jinmao, volvimos en metro a la zona del Bund y fuimos poco a poco andando hacia el hostal. Cuando estábamos en la Plaza del Pueblo, se acercaron a nosotros dos chicas y un chico muy amables y estuvimos charlando en inglés un rato. Nos preguntaron de dónde éramos, cuanto tiempo llevábamos en China, los sitios en donde habíamos estado… y por fin nos dijeron que nos podían acompañar a tomar algo a un sitio muy bueno que conocían, y al que casualmente se dirigían ellos cuando nos encontramos. Declinamos la invitación y continuamos nuestro camino.
Cuando estábamos llegando a nuestro hostal, paramos en un supermercado a comprar unas cuantas cosas para desayunar al día siguiente, ya que no teníamos incluido el desayuno. Dejamos las cosas en la habitación y salimos en busca de un sitio para cenar. Después de dar un par de vueltas, entramos a un sitio con pinta europea y cenamos allí. La calidad dejaba mucho que desear, pero por lo menos la carta estaba en inglés. Después de cenar, volvimos al hostal, yo miré el correo y llamé a casa y nos acostamos.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Hangzhou

Llegamos a Hangzhou sobre las 20:30, recogimos el equipaje y buscamos algún mostrador donde conseguir un mapa de la ciudad. En uno de los mostradores, una chica muy maja nos dijo que si queríamos un taxi nos lo podía llamar, y que nos costaría 150 yuanes. Accedimos e hizo la llamada. Nos condujo al aparcamiento, donde nos esperaba el “taxi”. Debía ser un amigo, novio o familiar de la chica, que estaba a punto de embolsarse 150 yuanes por utilizar su coche a modo de taxi. Nos llevó a la ciudad, y al hostal… pero a otro que había en la misma calle!!! En recepción nos dijeron que estaba un poco lejos para ir andando. Intentamos comunicarnos con el “taxista”, pero era imposible, no hablaba nada de inglés y no quería entendernos. Optamos por mandarle a la mierda y salir a la calle a por un taxi de verdad. Por 10 yuanes nos llevó a nuestro hostal, el Hangzhou West Lake Youth House, a orillas del Lago del Oeste.
Este es el único hostal donde compartimos habitación, ya que me fue imposible encontrar una habitación triple en Hangzhou, así que nos quedamos en un dormitorio de cuatro camas. Hicimos el check-in en recepción, nos dieron la tarjeta para entrar a nuestra habitación y nos dirigimos a ella. Intentamos abrir la puerta varias veces sin conseguirlo, hasta que nos abrieron desde dentro… el que iba a ser nuestro compañero había cerrado por dentro. Era un chico colombiano que por suerte nos habló en español antes de darnos tiempo a decir toda clase de improperios.
Las camas, las más incómodas del viaje. Eran unos “colchones” de unos tres centímetros de grosor sobre unas tablas de madera, así que se puede suponer lo duro que era eso.
Tras dejar las cosas en la habitación, bajamos a la recepción y llamé a Alex con el Skype. Quedamos en vernos al día siguiente a las once de la mañana, pero como no sabía dónde estábamos, quedé en llamarle desde un teléfono y pasarle con el personal del hostal para que se lo explicaran. En el mostrador de recepción me dijeron que llamara desde el teléfono que tenían allí, les pasé con Alex y se lo explicaron sin problemas.
Después de esto, cenamos y nos acostamos.


07-09-2007

Nos levantamos, desayunamos y salimos en busca de un cajero para sacar dinero, ya que estábamos un poco escasos. Volvimos al hostal justo a las 11, y nos estaba esperando nuestro amigo Alex. Nos dijo que lo mejor que podíamos hacer era alquilar unas bicicletas para recorrer el recinto del Lago del Oeste, y así lo hicimos. Nos costaron 10 yuanes la hora cada una, y con ellas dimos una vuelta al lago parando un par de veces en dos horas.



Dejamos las bicicletas y cogimos un taxi para ir a comer a un sitio donde Alex nos dijo que se comía bien y barato. El restaurante era completamente chino, yo creo que no habían visto por allí nunca a un turista. Evidentemente las cartas estaban en chino, así que fue Alex el encargado de pedir la comida.
Después de comer fuimos en taxi al parque de Feilaifeng, que es un parque a las afueras de la ciudad donde, además de un templo, hay un gran número de grutas con figuras de buda talladas en las paredes. Compramos las entradas (35 yuanes cada una) y nos despedimos de Alex, que se tenía que ir a hacer cosas para la universidad.



Estuvimos un buen rato recorriendo el parque y subiendo y bajando la colina que tiene en medio, y volvimos a la ciudad. Tal y como nos había advertido Alex, era muy difícil encontrar un taxi para volver, pues eran la seis de la tarde y por lo visto a esa hora hay un cambio de turno entre los taxistas. Fuimos a la parada de autobuses y volvimos a la ciudad en bus.



Estuvimos dando una vuelta por las calles del centro y por un mercadillo, y cuando nos cansamos entramos a un bar a tomar unas cervezas. Era un bar muy pequeño en el que nos fue muy difícil comunicarnos, pero lo conseguimos. Lo más difícil fue explicar cuando terminamos las cervezas que habíamos pedido que queríamos otras tres, no la cuenta. Después de las cervezas, fuimos a cenar a un mercadillo que había cerca, donde toda la comida estaba ensartada en pinchos, como en el mercado de Beijing, pero aquí no había bichos extraños. Lo que se ve en la foto son calamares (y a Marce).



Después de cenar, volvimos al hostal y nos acostamos. Vimos que nuestro compañero de habitación se había ido, así que aproveché para coger su "colchón" para juntarlo con el mío y así dormir un poco más cómodo.

martes, 25 de septiembre de 2007

Beijing (4)

05-09-2007

Nuestro último día completo en la capital de China.
Queríamos ir a ver el Templo de los Lamas, el Templo de Confucio y las torres de la campana y del tambor.



Las entradas a los templos de los Lamas y de Confucio nos costaron 25 y 30 yuanes respectivamente. No me voy a extender comentando las visitas. Entre los dos templos y las torres (a las que no entramos), echamos la mañana. Después, nos dedicamos a andar por unas callejuelas y acabamos en un lago en el que había gente nadando e incluso alguno haciendo windsurf.
Después de este paseo, fuimos a comer. Nos metimos en el primer sitio que vimos con pinta de restaurante. El sitio parecía caro, pero ya que estábamos dentro y teniendo en cuenta que era tarde, nos quedamos. El comedor era un salón con varias estancias, con mesas bajas y en medio había una jaula con un loro que decía nihao (hola) cada vez que pasaba alguien. Al final no resultó ser tan caro como parecía (131 yuanes entre los tres). Cuando pedimos la cuenta, nos la trajo la dueña del restaurante. Era una señora bastante mayor, muy simpática y que hablaba un buen inglés. Nos dio una hoja con unos símbolos chinos y nos dijo que era un regalo que hacía ella a sus clientes.
Después de comer, volvimos al mercado de la seda. Esta vez fuimos en metro y vimos que se podía salir directamente desde el metro al mercado. Después de duras negociaciones compramos unas cuantas camisetas y corbatas. Además, yo compré un cinturón y dos relojes (uno para mí y otro para Juan, el número guan).



Después de estas compras, estábamos agotados de pelearnos con los vendedores, así que decidimos volver a la tranquilidad del hostal. Llegamos pasadas las siete, miré el correo y vi que me había escrito Alex. Me daba su teléfono y quedamos en que le llamaría cuando estuviéramos en Hangzhou.
Estuvimos un rato descansando en el hostal y fuimos a cenar al mismo sitio donde comimos el día anterior. Después de cenar, volvimos al hostal donde nos encontramos con unos cuantos de la tropa española que habían ido a cenar al mercadillo de bichos. Estuvimos tomando unas cervezas con ellos y nos fuimos a la cama (sin ellos).


06-09-2007

Nos levantamos, desayunamos y fuimos a la recepción del hostal para hacer el check-out. Allí mismo contratamos un taxi para que nos llevara al aeropuerto a las 15:30 (140 yuanes). Fuimos a conocer el mercado de las perlas, que es bastante más tranquilo que el de la seda, y compramos unas camisetas en las que pone algo en chino... a saber lo que pondrá. Después, volvimos a la zona del hostal y estuvimos dando una vuelta por los hutong de los alrededores, donde las instalaciones eléctricas tienen esta pinta tan buena:



Paramos en uno de los muchos puestos callejeros en donde venden rodajas de melón. Al preguntarle el precio al vendedor, nos dijo que dos yuanes cada uno, a la vez que llegaba un chino, cogía un trozo de melón, le daba un billete de un yuan y se iba. Le hice ver que nos habíamos dado cuenta de la jugada, cogimos tres rodajas, le dimos tres yuanes y el hombre no dijo ni una palabra.
Ya casi a la hora de comer, paramos a tomar unas cervezas en una terraza de alto standing, como se puede comprobar en el vídeo que sigue.



Volvimos a comer al mismo sitio donde cenamos el día anterior, y después fuimos al hostal, donde ya nos estaba esperando el taxi. Llegamos al aeropuerto dos horas antes de nuestro vuelo a Hangzhou, facturamos y salimos puntuales.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Beijing (3)

04-09-2007

"Quien no ha subido a la Gran Muralla no es un hombre de verdad".
(Mao Zedong)

Todo un iluminado este Mao.
Nos levantamos a las 6:30 y a las 7 estábamos en el Far East Hotel. A las 7:20 salimos hacia la muralla. En la furgoneta íbamos seis (además del conductor).
Llegamos a la zona de la muralla a las 9, después de un largo trayecto dando botes. Como no apetecía subir andando, compramos los tickets para el teleférico (50 yuanes cada uno ida y vuelta) y nos dirigimos a la salida. En unos minutos estábamos en la muralla. El teleférico te deja a la altura de la torre 15 de un total de 21 que hay en el tramo.
Empezamos andando a las 9:30 hacia la izquierda, hacia la torre 21. Es fácil de andar, aunque a veces es un tanto cansado, ya que hay muchos tramos de escaleras. Al final de este tramo hay una subida de unas cuatrocientas escaleras bastante irregulares.



Una vez que llegamos al final (a la torre 21), volvimos al punto de inicio y comenzamos a andar hacia la otra parte. En este tiempo, nos encontramos en el camino con muy pocas personas, después fueron llegando más, pero éramos pocos los que estábamos en el tramo de Mutianyu (dicen que al tramo de Badaling acude la gente en mareas).



Es trayecto de la torre 15 la 1 es casi todo bajada, por lo que en vez de volver a subir, decidimos volver al aparcamiento andando desde la torre 6 (a lo largo de la muralla hay varios caminos que comunican con el aparcamiento). Llegamos abajo cerca de las 12. Había gran cantidad de puestos de souvenirs, bebidas y comida. Compramos las típicas camisetas de “Yo escalé la Gran Muralla” (las tres por 10 euros), nos sentamos a descansar un poco y a las 12:30 fuimos al punto donde habíamos quedado para volver a Beijing.
Llegamos de vuelta a Beijing a las 14:30, y fuimos a comer a un restaurante en la misma calle de nuestro hostal. Éramos los únicos clientes (era muy tarde para ellos), y mientras comíamos, todo el personal del restaurante (8 personas, que supusimos que eran una familia) ocuparon una mesa y se pusieron a comer. En menos de cinco minutos todos habían sorbido su bol gigante de noddles y volvieron al trabajo. La comida nos costó 53 yuanes entre los tres.
Después de comer, fuimos al parque de Jingshan, al norte de la ciudad prohibida. La entrada costaba 2 yuanes por cabeza. El mayor interés que tiene este parque es subir a la cima de la Colina del Carbón (vaya día que llevábamos de subidas), desde donde hay una buena vista de la ciudad prohibida.



Sobre las 7 de la tarde volvimos al hostal, donde tomamos unas cervezas, miramos el correo electrónico y llamé a casa. Además, escribí a Alex (el chico de Hangzhou que conocimos en Xi’an).
Poco a poco fue apareciendo el resto de la tropa y volvimos a cenar todos juntos en el mismo sitio del día anterior. Unos cuantos querían salir por la noche, pero nosotros nos fuimos a la cama muy cansados sobre las 12.

Beijing (2)

03-09-2007

Nos despertamos sobre las 9 de la mañana y desayunamos en el hostal. Antes de salir queríamos dejar cerrada la excursión a la Gran Muralla para el día siguiente. En nuestro hostal solamente ofrecían la excursión “secret Great Wall”, que es una zona del tramo de Badaling que está sin restaurar y a donde no va casi nadie. No queríamos andar demasiado, y menos con el calor que hacía, así que preguntamos por la excursión al tramo de Mutianyu. Nos dijeron que ya no se organizaba (pese a tenerlo todavía en su página web y en el tablón de anuncios), así que fuimos a preguntar al hotel Far East, que está en la misma calle que el Leo Hostel, justo al final.
En el Far East Hotel vimos que tenían excursiones a muchos tramos de la muralla, así que contratamos el de Mutianyu por 240 yuanes por cabeza. Estaba incluido el viaje en furgoneta y el desayuno sobre la marcha.
Tras dejar cerrado el tema de la muralla, cogimos un taxi al Palacio de Verano. Tardamos más de tres cuartos de hora en llegar, en parte por el tráfico y en parte por lo grande que es la ciudad (el palacio está a 30 km del centro, y Beijing no termina allí). El taxi nos costó 60 yuanes. Llegamos al palacio sobre las 11 de la mañana y sacamos las entradas (60 yuanes cada uno).



La visita duró unas dos horas, después de las cuales salimos por otra puerta, donde nos asaltó un taxista diciendo que su taxi tenía taxímetro y que fuésemos con él. Aunque nos olía a falso taxi, subimos. Efectivamente tenía taxímetro (oculto bajo una pequeña toalla para que no lo vieran desde fuera del coche). El funcionamiento del taxímetro era correcto, así que no nos preocupamos. Fuimos hasta el Templo de los Lamas, viaje en el que tardamos cerca de una hora y nos costó 82 yuanes. Cuando bajamos del coche, el letrero del techo en el que pone “taxi” había desaparecido!!
Antes de entrar al templo, fuimos a comer a un restaurante que había cerca de la entrada. Con el estómago lleno, sacamos las entradas del templo (35 yuanes) y entramos.



Recorrimos el parque en aproximadamente hora y media y después, decidimos ir al famoso mercado de la seda. Para ello, cogimos un taxi y nos perdimos un poco hasta dar con él (más tarde descubriríamos que es mucho más facil llegar en metro, parada Jianguomen, en la línea 1).
El mercado es una locura. Tiene cinco plantas en las que se agolpa todo tipo de mercancía y cientos de vendedores chillando y agarrándote para que les compres o simplemente entres a “solo vel”, o “luka, luka”. Saben cuatro palabras en todos los idiomas, pero en español saben unas cuantas más, se nota que nos gusta esto de las compras. Aquí son falsas hasta las paredes, y hay que luchar duramente para conseguir el precio deseado.
Marce y Miguel se agobiaban bastante con este ambiente de chillidos, agarrones y regateos (se nota que no han estado en Egipto). Como pensábamos volver otro día, yo compré un reloj y nos fuimos.
Llegamos al hostal sobre las 8 de la noche y nos sentamos a tomar unas chingaos. Poco a poco fueron apareciendo todos los personajes con los que habíamos estado el día anterior, incluido Eric, del que dudamos que saliera del hostal, ya que estaba allí siempre que íbamos nosotros. Quedamos en ir a cenar todos juntos, así que sobre las 9 fuimos a un pequeño restaurante en la misma calle del hostal.
Entre las muchas cosas que se pidieron estaba la carne de perro… que no sé si sería perro, porque a mi me sabía mas bien a bacon.



Después de la cena y la sobremesa volvimos al hostal, donde tomamos otra cerveza. Sobre las 23:30 nos fuimos a la cama, al día siguiente tocaba un buen madrugón.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Beijing

02-09-2007

Sobre las 6 de la mañana nos despertamos y a las 7:15 llegamos puntualmente a Beijing. Bajamos del tren y seguimos las indicaciones hasta la parada de taxis. Por el camino, se nos ofreció mucha gente a llevarnos en sus “taxis sin taxímetro”, pero preferimos in en uno oficial. Nos dirigimos a nuestro alojamiento, el Leo Hostel, a 500 metros de la plaza de Tiananmen. La habitación costaba 270 yuanes. Como todavía era muy pronto, dejamos nuestros equipajes en el cuarto de las maletas y salimos a ver la plaza de Tiananmen y la ciudad prohibida. Empezamos por la plaza de Tiananmen, que es enorme, y después de pasar por debajo del rostro de Mao, nos dirigimos a las taquillas de la ciudad prohibida. Además de las entradas (60 yuanes), compramos un mapa (3 yuanes).



Estuvimos dentro de la cuidad prohibida algo más de tres horas y salimos por el lado opuesto al de nuestra entrada. Como ya era casi la una de la tarde, volvimos dando un largo paseo hasta nuestro hostal para dejar las cosas en la habitación. Ya que estábamos allí, comimos en el bar del hostal por 64 yuanes entre los tres.



Por la tarde, fuimos al parque de Beihai. Nos dirigimos a la taquilla a comprar las entradas (10 yuanes) y pagamos con un billete de 50. La vendedora nos enseñó una nota en la que ponía en inglés que el billete era falso, así que pagamos con otro y después de darle unas cuantas vueltas, llegamos a la conclusión de que el billete falso nos lo habían dado en el bar del tren. Pagamos con otro billete y entramos. Estuvimos más o menos hora y media recorriendo el parque, tras lo cual, sobre las 19 (ya de noche), decidimos ir a conocer un mercadillo en el que puedes comer todo tipo de bichos. Después de un buen paseo (las distancias en Beijing siempre son grandes aunque en el mapa parezcan poca cosa) llegamos al mercado. Yo fui el más atrevido con una brocheta de larvas de gusanos de sega, Marce optó por serpiente, y miguel, que no quería saber nada de bichos, pidió cordero.



Como no era nada barato (los tres pinchos nos costaron 45 yuanes), decidimos ir andando hacia el hostal y entrar a cenar en cualquier sitio de camino. Como era previsible, llegamos al hostal sin habernos decidido por ningún sitio, así que cenamos allí.
Después de cenar... para qué movernos. Nos quedamos en el bar del hostal a tomar unas cervezas. Todavía no he dicho nada de las cervezas chinas, así que aprovecharé que este post se me está quedando corto. La más celebre es la Tsing Tao, que se pronuncia algo así cono "singdao". A todos los españoles se nos ocurría sin ayuda alguna la gracia de llamarla Chingao... será que no pensamos en otra cosa que en cerveza. La sirven generalmente en recipientes de fácil consumo (0.6 litros), y el precio a lo largo del viaje ha oscilado entre los 3 y los 12 yuanes. Dejo fuera de este rango de precios la chingao especial, de la mitad de volumen, doble precio y mismo sabor.
Esa misma noche, mientras nos estábamos tomando las cervezas, entablamos conversación con otro grupo de viajeros españoles. Entre ellos estaban Joan y Jordi, dos elementos que un buen día decidieron dejar sus trabajos de fotógrafo y bombero, y dedicar un par de años a dar la vuelta al mundo sin prisas. También estaban otros dos chicos de barcelona recién titulados en ingeniería de caminos cuyo objetivo era el mismo que los primeros, pero con un poco de prisa (sólo disponían de seis meses). También había un estudiante alemán (Eric), que había decidido cogerse unas vacacioncillas de siete semanas, y Jason, un irlandés que también estaba de vuelta al mundo. Todos ellos se habían conocido durante el transiberiano o en Mongolia, que son las etapas que habían hecho antes de llegar a China. Todos acababan de llegar a China. Estuvimos un buen rato contando aventuras, de hecho nos dieron las 2 de la madrugada entre historias y chingaos. A esa hora nos fuinos a la cama, quedando con el grupo en vernos al día siguiente para tomar algo y posiblemente ir todos juntos a cenar.

Se pueden ver los detalles, aventuras y fotos del viaje de Joan y Jordi en la página de Joan.

martes, 18 de septiembre de 2007

Xi'an (2)

01-09-2007

Nuestro segundo y último día en Xi'an. Nos levantamos y fuimos a desayunar al bar del hostal. Tras el desayuno, bajamos a la recepción y nos juntamos con las otras personas del hostal con las que íbamos a ir al tour. Subimos al autobús, que venía de otros hostales de recoger a más gente, y nos pusimos en marcha. El recinto del ejército de terracota está situado a unos 40 km del centro de Xi’an, por lo que teníamos una buena tirada. Lo primero que visitamos fue el yacimiento neolítico de Bampo, de escaso interés para nosotros, donde estuvimos algo más de una hora. Después de esto, visitamos la fábrica de réplicas de los guerreros de terracota, que como se puede imaginar, tiene menos interés que el yacimiento neolítico. En ese momento la gente se empezó a mosquear, ya que te venden una visita guiada al ejército de terracota, pero de momento no hacían más que marearnos e intentar vendernos cosas. Allí nos hicimos estas tres fotos que he montado en una sola:



Después de la fábrica de réplicas fuimos a comer (como no, a un sitio que ya tenían concertado). La comida nos costó 30 yuanes por cabeza y no estuvo nada mal. Después de comer fuimos por fin a ver el ejército de terracota. Entramos al recinto y varios elementos armados con sillas de ruedas asediaron a una compañera del autobús que iba con muletas. La guía le recomendó que pagara (pedían 100 yuanes), ya que iba a tener que andar mucho. Ella se quejaba amargamente de que nos habían estado mareando por una mierda de villa neolítica y que ahora venían con la historia de que se iba a cansar. Con unos pocos regates lo dejó el 60 yuanes.
Desde la entrada al recinto, había que coger un minibús que costaba 5 yuanes (nuevamente, los pagos por partes). Una vez allí, la guía nos explicó que había tres recintos. Ella nos dejaría en el primero después de la proyección de una película explicativa, y después recorreríamos por nuestra cuenta el resto hasta el final. Puso una hora a la que quedaríamos en una cafetería para volver a Xi’an. Después de ver cuatro mierdas de huesos y piedras, a cuatro subnormales haciendo réplicas de los soldados y de obligarnos a comer en un restaurante, disponíamos de poco más de una hora para ver el descubrimiento arqueológico más importante del último siglo!!!! Y encima íbamos sin guía!!!!





Durante ese tiempo, estuvimos recorriendo las tres naves, de las que la que más merece la pena es sin lugar a dudas la primera, y no pudimos ir al museo que tiene unas cuantas reliquias encontradas en el yacimiento. A la hora fijada estábamos todos en el punto de encuentro… pero no nos íbamos, la señora esperaba que nos tomáramos algo en el bar!! Pero lo peor estaba por llegar. Pregunté a la guía si nos íbamos ya a Xi’an y me respondió que todavía nos quedaba una visita, a una fábrica de seda. Cuando se lo comuniqué a otros compañeros del grupo, comenzó el motín. Hablamos todos y quedamos en que no queríamos ir a esa visita, así que unas chicas estadounidenses se lo dijeron a la guía. Ella respondió que teníamos que comprender su trabajo, que tenía que hacer el recorrido entero. Fuimos a la fábrica y nadie se bajó del autobús. La guía volvió a subir y nos repitió lo que nos había dicho anteriormente. Dijo que podíamos resumir la visita en 30 minutos. Increíble, una hora para el ejército de terracota y media (después de resumir) para ver como cuatro monos hacen edredones de seda. Le dijimos que 10 minutos, así que entramos todos, no hicimos ni caso al pobre hombre que nos intentaba explicar el funcionamiento de la fábrica y por fin volvimos a Xi’an.
Llegamos al hostal sobre las 6 de la tarde. A las 20:16 salía nuestro tren a Beijing, así que en el tiempo que nos quedaba en Xi’an fuimos a ver la Gran Mezquita, que estaba muy cerca. Después de esta visita rápida a la mezquita, volvimos al hostal y recogimos nuestras cosas. Allí vimos a las dos chicas americanas con mala cara hablando con el personal del hostal. Habían perdido una riñonera en la que tenían sus pasaportes, así que no podían continuar su viaje hacia Beijing (iban a ir en el mismo tren que nosotros) hasta que solucionaran su problema.
Cogimos un taxi hasta la estación de tren (también le costó bastante esfuerzo al taxista comprenderlo), y en diez minutos llegamos al que probablemente sea el lugar más caótico que he visto. Varios miles de personas armadas con maletas, bolsas y cajas de todo tipo intentábamos pasar por una puerta. Tras recibir unos cuantos empujones de los chinos y demostrar que nosotros también sabemos empujar, llegamos a la puerta. Buscamos nuestro tren y vimos que tenía una sala de espera con acceso al andén para él solo. Nos sentamos a esperar y decidimos comprar algo para cenar. Vimos que muchos chinos llevaban unos noddles que se preparaban echando agua caliente, así que compramos tres de diferentes sabores. Como sólo costaban 4 yuanes cada uno, nos podíamos arriesgar.
Finalmente llegó la hora de subir al tren, así que cuando abrieron la puerta, se formó otro caos para ir al andén. Una vez en el andén, localizamos nuestro vagón (el tren era largísimo) y nuestro compartimento, con la incertidumbre de quién sería nuestro compañero (teníamos tres camas en un compartimento de cuatro, así que a alguien nos meterían. Dejamos nuestras cosas debajo de las camas y, mientras descubríamos todo lo que había en el compartimento, apreció una chinita de metro y medio, muy joven (unos 17 o 18 años) y con una gran cara de susto al ver a los tres energúmenos de ojos grandes con los que iba a compartir la noche. Detrás de ella venía su madre, que no tenía cara de susto sino de auténtico pánico. Después de un rato en el que la cara de la señora no mejoró, las dos se fueron a la puerta del tren. Era la hora de salida y de su despedida. Cuando el tren se puso en marcha, la madre se quedó en el andén con la misma cara de preocupación-pánico, y la chinita volvió secándose lágrimas de los ojos (espero que producidas por la despedida y no por nuestra causa).
Le pregunté si hablaba inglés y me dijo que un poco (era realmente poco), así que estuvimos un hablando un poco con ella. Nos contó que era estudiante de finanzas, y que iba a Beijing a la universidad (era la noche del sábado 1 al domingo 2 de septiembre, supongo que el curso empezaría el lunes). Después de unos minutos de conversación con ella, cogió su móvil y se puso a mandar un mensaje… supongo que para informar de que éramos aparentemente pacíficos.
Después de esta conversación con nuestra compañera, nos dispusimos a cenar los suculentos noddles que habíamos comprado en la estación. Abrimos uno y vimos su contenido: los noddles apelmazados listos para ser calentados con agua, sobres con ingredientes para echar y un tenedor. Preguntamos a nuestra compañera y nos dijo que teníamos que echar agua caliente. ¿y de dónde sacamos agua caliente en un tren? La chinita fue a preguntar al revisor (cada vagón del tren tiene una persona que hace las labores de revisor, conserje y hasta de guarda de seguridad. Resulta que todos los vagones tienen en un extremo unos grifos de agua fría y caliente. Echamos agua caliente a los noddles y lo dejamos unos minutos. Cuando nuestra compañera nos vio aparecer con ello se partía de la risa. No habíamos echado suficiente agua, ni los ingredientes que había que echar. Nos ayudó a prepararlos y por fin pudimos empezar a cenar. Cuando acabamos con el primer recipiente, seguimos con el segundo y el tercero.


Nuestra compañera alucinaba. Como todavía era muy pronto para acostarnos, fuimos al bar del tren a tomar unas cervezas, por las que nos cobraron 15 yuanes cada una. Después de un rato en el bar (en el que sólo había personal del tren además de nosotros, fuimos a la cama. El tren (Z20) no hace paradas, así que por lo menos pudimos dormir medianamente tranquilos.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Xi'an

Recogimos los equipajes y salimos del aeropuerto en busca del autobús que nos llevaría al centro de la ciudad. Fue fácil de encontrar, ya que estaba en la misma puerta. Pagamos el billete (25 yuanes), y en unos 45 minutos llegamos al destino, muy cerca de la torre del tambor, en el centro de Xi’an. Seguía lloviendo, así que sacamos los paraguas, un mapa que habíamos conseguido en el aeropuerto y las indicaciones que teníamos del hostal para llegar a él. En cuanto nos vieron mirar el mapa, las chicas que gestionaban los billetes del autobús en el que habíamos llegado se dispusieron a ayudarnos. Nos indicaron la dirección en que debíamos andar y nos dijeron que llegaríamos en cinco minutos.
Efectivamente, el hostal estaba cerca. Era el Han Tang Inn. La habitación triple nos costó 210 yuanes. Llegamos al hostal, hicimos el check-in y nos apuntamos a una excursión para ir a ver al día siguiente los soldados de terracota y el pueblo neolítico de Bampo. Esta excursión nos costó 160 yuanes, y ya que la entrada a los soldados de terracota costaba 90 y te llevaban en autobús, nos pareció buen precio. Además, nos dieron los billetes de tren para el día siguiente a Beijing, que había comprado por Internet, en China Trip Advisor, y había puesto que me los enviaran ese mismo día al hostal.
Dejamos las cosas en la habitación y fuimos al bar del hostal a tomar algo y descansar un poco. Aprovechando que allí mismo tienen tres ordenadores con acceso gratis a Internet, revisamos el correo y yo llamé a casa con el Skype.
Después de esto, decidimos ir a comer. Salimos a la calle y fuimos al barrio musulmán (muy cerca del hostal), y entramos al primer restaurante que vimos. Después de comer, dimos una vuelta por el barrio y por un mercadillo que hay entre sus calles, sin comprar nada.



Después de dar una vuelta por la torre del tambor y de la campana, echamos una ojeada al mapa y decidimos ir a la Gran Pagoda de la Oca Salvaje. Para ello paramos un taxi y subimos. Yo iba en el asiento delantero, así que enseñé al taxista el mapa (en chino e inglés), y le señalé la pagoda. El hombre comenzó a dar vueltas al mapa y a decirme cosas en chino. Como no le entendía, lo repetía más alto. Cuando se dio cuenta de que no le iba a entender, abandonó el taxi corriendo con el mapa en la mano. Al cabo de un minuto volvió contento, suponemos que alguien le había explicado a dónde queríamos ir. Tras una carrerita de unos veinte minutos con la forma típica de conducir del país, llegamos a la pagoda y pagamos lo que indicaba el taxímetro (10 yuanes). Nos dirigimos a la taquilla y pagamos los 25 yuanes de la entrada. Vimos que cerraban a las siete de la tarde, así que no disponíamos de mucho tiempo. Tras un buen rato recorriendo los jardines y edificios que hay en el recinto, nos dimos cuenta de que se aproximaba la hora de cierre, y de que estábamos solos (además de nosotros, sólo quedaban monjes), así que nos dimos prisa para salir.



Después de la pagoda, y dado que el día se acababa, volvimos al centro y fuimos al bar del hostal a descansar un poco, con la intención de salir a cenar después. Allí entablamos conversación con un chino muy majete llamado alex (por supuesto es su nombre en inglés, su nombre chino resulta impronunciable para mi). Nos dijo que acababan de estar haciendo raviolis y que estábamos invitados a probarlos. Nos armamos con los palillos y nos sentamos a la mesa. Como había muchos raviolis y poca gente, ya cenamos allí. Mientras tanto, Alex nos contó que era un estudiante de Hanzhou y que estaba de vacaciones. Cuando le dijimos que íbamos a ir a su ciudad en una semana, se ofreció para quedar con nosotros y hacer de guía. Nos dio su correo electrónico y quedamos en escribirle.
Después de esta cena, salimos a dar una vuelta para, además de conocer la ciudad de noche, intentar tomar algo en algún bar o pub. Así fue como llegamos a una especie de pub en el que había música en directo.Tomamos tres cervezas, y cuando nos disponíamos a pedir la segunda ronda, Miguel dijo que prefería cocacola, así que pedimos al camarero dos cervezas y una cocacola. Como no entendió la parte de la cocacola, lo intentamos de diversas maneras: “coke”, “coca-cola”, “coca”... Llegados a este punto, el camarero puso cara de susto y nos dijo que allí no había de eso… así que lo dejamos en dos cervezas y Miguel se quedó sin su cocacola.
Sobre las 10 de la noche, salimos del bar y volvimos poco a poco hacia el hostal.



domingo, 16 de septiembre de 2007

Yangshuo (3)

30-08-2007

Nuestro tercer y último día y Yangshuo. Sobre las 9:30 de la mañana subimos al autobús que nos llevaría a donde empezaba el rafting. En todo el vehículo sólo había tres personas occidentales, nosotros, así que todo el mundo estaba pendiente de los tres chicos con esos ojos tan grandes. Cuando subimos, se acabaron las plazas sentado, pero no hay problema, los siguientes en subir sacaron de la parte de detrás unos taburetes de unos 30 cm de altura y se fueron sentando en el pasillo. Como por la tarde íbamos a hacer el crucero en barco y las dos actividades se hacían en la misma zona, la idea es que después del rafting nos bajáramos del autobús en Xinping, donde nos esperaría alguien.
El trayecto en bus desde Yangshuo hasta el punto de partida del rafting fue poco menos que una odisea. Tras media hora llegamos a Xinping (a 24 Km de Yangshuo), y seguimos durante otra media hora por una carretera de tierra, con el autobús dando botes constantemente. Después de una hora aproximadamente, llegamos a la zona final del rafting. Allí dejamos nuestras cosas de valor y nuestro calzado en taquillas, y continuamos en chanclas. Como habíamos sido poco previsores, las tuvimos que comprar por 40 yuanes los tres pares. Tras esto, volvimos a subir a otro autobús, que nos llevaría a la zona inicial del rafting. Una vez allí, nos pusimos todo el equipo: chaleco, casco, rodilleras y coderas y fuimos subiendo a las barcas. Miguel y yo en una y Marce con un chino en la otra. Cuando estuvimos todos acomodados y en el agua, abrieron una compuerta y comenzamos a caer por un salto importante y a bajar por el río Estuvo bastante entretenido y, además, no había que remar, el río te llevaba rebotando de piedra en piedra, sólo había que agarrarse bien. Tras cuatro compuertas con sus correspondientes saltos y aproximadamente una hora, llegamos al final, completamente empapados. En aproximadamente una hora, todo el mundo había recuperado sus pertenencias. Me fijé en un chaval al que se le había quedado en las piernas la marca de la rodillera en forma de quemadura solar en el resto de la pierna. En ese momento me acordé de que no me había echado protección solar, así que yo tenía la pierna como él.



Tras recuperar nuestras cosas, nos dimos cuenta de que casi no teníamos dinero, así que decidimos volver a Yangshuo en vez de quedarnos en Xinping. Cuando íbamos a subir al autobús, una mujer nos señaló el vehículo y nos dijo “Xinping”, a lo que le respondí “no, Yangshuo”. Lo volvió a repetir, con la misma respuesta por mi parte, así que se fue con cara de enfado. Subimos al autobús y comenzamos el viaje de vuelta. Como no, en Xinping el conductor paró para dejarnos, nos estaba esperando una mujer. Cuando dijimos que queríamos volver a Yangshuo, puso mala cara e hizo una llamada con su móvil. Me pasó el móvil para que hablara con la lista del pueblo (la que habla inglés), y le expliqué la situación: no tenemos dinero, así que necesitamos ir al banco a cambiar. Le dije que por la tarde volveríamos para hacer el crucero. Devolví el móvil a su dueña, habló con la mujer con la que había hablado yo y puso mejor cara.
Continuamos nuestro viaje hasta Yangshuo, fuimos a nuestro hotel y preguntamos dónde podíamos cambiar dinero. Fuimos al banco de China (a cinco minutos escasos andando) e hicimos el cambio.
Ya con dinero en nuestros bolsillos, lo primero que hicimos fue volver al hotel a cambiarnos de ropa, todavía estábamos mojados. Después, fuimos a comer. Por cambiar un poco, fuimos a un italiano, donde comimos unas pizzas en el caso de Miguel y Marce, y unos burritos (típicos italianos) en mi caso.
A las 17:30 cogimos el autobús hacia Xinping. Esta vez era un autobús de línea lleno de gente, que nos costó 5.5 yuanes a cada uno. El viaje fue espectacular, gente sentada por todas partes, gente que se subía en marcha, uno que se subió con un ordenador (no un portátil, una CPU, monitor y teclado)…
El viaje duró una hora, tras lo cual, los que íbamos al crucero montamos en lo que llamaban “motubus” (un autobús muy pequeño) y fuimos hacia el río. Como es costumbre, tanto el autobús de línea como el motobus se pagaban aparte. Después de todo esto, por fin subimos al barco y dimos un paseo por el río de aproximadamente hora y media entre ida y vuelta, incluyendo una parada hacia la mitad del recorrido.

Después del viaje, sobre las 19:30 volvimos a coger el autobús de línea para volver a Yangshuo, una vez más lleno hasta la bandera. Nos fijamos en que el conductor daba unos buenos golpes a la palanca de cambio cada vez que cambiamos de marcha. También quitaba la marcha en las bajadas, algo muy común por allí, sólo que… una de las veces la marcha ya no volvió a entrar. Cuando el vehículo se paró, el conductor hizo una llamada y minutos después apareció otro autobús detrás, del que salió el “experto en mecánica”. Abrieron la taba del motor (que estaba dentro del autobús), echaron una ojeada, y el experto mecánico fue a su vehículo. Volvió con una llave, se asomó al motor, y se lió a dar ruidosos golpes. Sorprendentemente los golpes arreglaron la avería, y pudimos continuar nuestro viaje… hasta la siguiente bajada, cuando nuevamente la marcha no entró. Repetimos la operación, incluidos los golpes, y repetimos los resultados (funcionó hasta la siguiente bajada)… y así sucesivamente hasta que a la tercera nos cambiamos todos de autobús y por fin pudimos llegar a Yangshuo.
Nos dirigimos nuevamente al hotel y pedimos un taxi para que nos llevara al día siguiente al aeropuerto. Pagamos el taxi (200 yuanes) y fuimos a cenar nuevamente al mercadillo del día anterior. Una cosa que nos llamó la atención desde nuestra llegada a Yangshuo es que cuando vas a cualquier sitio a comer, no te ponen ningún tipo de plato o cuenco para echar la comida (sólo si pides arroz), y que el mantel es de plástico transparente muy fino. El primer día, estábamos comiendo pollo y como no sabíamos dónde dejar los huesos, pusimos encima del mantel una servilleta (trozo de papel higiénico) y ahí los dejamos. La gente nos miraba con cara de extrañeza… porque lo que es estila es echarlos en el mantel, pero sin utilizar para nada las manos… es decir… escupiéndolos. No hace falta decir que nos adaptamos perfectamente a las costumbres locales.



Después de cenar tomamos unas cervezas y nos fuimos a dormir, que al día siguiente tocaba madrugar.


31-08-2007

A las 7:30 nos esperaba el taxi para ir al aeropuerto de Guilin. El viaje duró 1:20 y no hubo ninguna incidencia (nada de collejas, ni siquiera adelantamientos dignos de mención). Algo antes de las 9 de la mañana estábamos facturando nuestras maletas.
El vuelo salió puntual a las 10:30, así que a las 12:15 ya estábamos aterrizando en Xi'an, donde estaba lloviendo.

Yangshuo (2)

29-08-2007

Hoy tocaba excursión en bicicleta por los alrededores de Yangshuo. Alquilamos las tres bicicletas (10 yuanes cada una por el día completo), y un guía de habla inglesa (100 yuanes). Empezamos a pedalear sobre las 9:30 de la mañana. Nuestro guía nos llevó por caminos, hasta llegar a la cueva del agua. Pagamos la entrada (168 yuanes cada uno, un poco caro) y nos llevaron en furgoneta a la cueva. La entrada se hace en barca, y una vez dentro, se sigue un recorrido andando. Todos íbamos con cascos y chanclas que te dejan en la entrada.



Hicimos un recorrido por dentro de la cueva con más gente (todos chinos en nuestro grupo), hasta llegar a las piscinas de lodo. Allí, en unos vestuarios nos pusimos los bañadores (unos que había por allí, qué poco higiénico), y entramos los tres y cuatro chinitas a revolcarnos en el barro. Mientras estábamos en el barro, llegó otro grupo en el que oímos a gente hablar español. Se trataba de cuatro barceloneses, con los que después continuaríamos el recorrido por la cueva. Mientras tanto, dos fotógrafos hacían fotos para intentar vendérnoslas después.
Cuando nos aburrimos de tanto barro, nos duchamos con una manguera que había por allí y esperamos a que terminara el resto de la gente. Los fotógrafos ya habían pasado las fotos a un ordenador y nos las enseñaron. Finalmente compramos dos al precio de 10 yuanes cada una. Cuando terminamos los dos grupos, nos dirigimos los cuatro barceloneses y nosotros junto con una guía a otra parte de la cueva, donde había una piscina de agua. Sólo se bañó uno, a los demás no nos apetecía más agua.
Después del baño, nos dirigimos a la salida de la cueva, por el mismo camino por el que habíamos entrado. Cuando pasamos por las piscinas de barro, recogimos las fotos que habíamos encargado anteriormente. Cuando íbamos a salir de la cueva en barca, vimos que estaba cayendo un buen chaparrón, así que esperamos un poco a que parase. En unos minutos paró, así que salimos, recogimos las cosas que habíamos dejado en las consignas y volvimos en furgoneta a donde habíamos dejado a nuestro guía con las bicicletas.
Le dijimos que nos llevara a comer a algún sitio, así que anduvimos cinco minutos en bicicleta, y llegamos al restaurante. Comimos pollo a la cerveza, pescado y bambú.
Después de comer, volvimos a coger las bicicletas y nos dirigimos a Yangshuo, donde llegaríamos en una hora aproximadamente.

Ya en el hotel, organizamos el día siguiente. Por la mañana harímos rafting (160 yuanes) y por la tarde, el crucero por el río (60 yuanes).
Por la noche (a las 19:30) fuimos a ver una demostración de pesca con cormorán. Resulta bastante curioso. Te llevan en barco hasta la mitad del río, donde hay un hombre en una barca de bambú con siete cormoranes. Los pájaros llevan atada una cuerda al cuello para que no puedan tragar, y otra cuerda en una pata para que el pescador les pueda recoger cuando quiera. El proceso de la pesca es el siguiente: El hombre echa a los cormoranes al agua, y éstos se intentan alimentar. Cuando ve que alguno de los pájaros ha tragado peces, le recoge y le hace echar en un cesto el pez o peces que tiene atascado en la garganta… y otra vez al agua.
Después de aproximadamente diez minutos de pesca, fuimos a la orilla y nos bajamos de nuestra barca. Allí pudimos ver la cesta con la pesca, y quien quiso, se hizo fotos con los cormoranes. En ese momento, aproximadamente media docena de mosquitos cenaron de mi sangre, pese a haberme echado repelente.


Poco después volvimos al embarcedero y decidimos que era hora de cenar. Entramos en un restaurante en el que el personal hablaba poco (o nada) inglés. Pedimos entre otras cosas “braised duck”. La camarera nos dijo por dos veces que beer duck, a lo que dijimos que no. Cuando nos trajeron el pato, vimos que era la cabeza del pato, las patas, y huesos. Les dijimos (como pudimos) que eso no lo íbamos a pagar, y ellos dijeron que sí que lo pagábamos, así que se fue montando un pequeño tumulto en nuestra mesa formado por unas ocho camareras (en cualquier sitio, por pequeño que sea, trabaja al menos una docena de personas), esperando a que pagáramos. Aceptaron rebajarnos 20 yuanes la cuenta, así que por no montar un espectáculo, pagamos y nos fuimos a continuar con la cena en otro sitio. Así fue como acabamos cenando en un mercado al aire libre que se monta todos los días en lo que suele ser una parada de autobuses.

Después de esta segunda cena fuimos a dar una vuelta y buscamos algún sitio para tomar unas cervezas (cosa bastante fácil en Yangshuo, ya que está lleno de bares).Tomamos un par de cervezas y nos fuimos a la cama.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Yangshuo

Nos subimos al taxi sobre las 23:00. El taxista no hablaba ni palabra de inglés. El trayecto entre el aeropuerto de Guilin y Yangshuo es de unos 100 km, más o menos una hora y 20 minutos. Los primeros veinte km de trayecto son de autopista, pero después todo era de carretera de doble sentido. Allí fue donde alucinamos con la manera de conducir del taxista. Usaba los dos carriles y los arcenes para trazar las curvas, adelantaba por línea contínua…
A medio camino paró en una gasolinera, fue al baño y se lavó la cara… se estaba quedando dormido. Pero lo peor estaba por llegar. Unos kilómetros después, empezó a pegarse collejas para no dormirse.
Sobre las 0:20 llegamos por fin a Yangshuo, y entramos en el Fawlty Towers Hotel. Allí nos recibió el dueño y nos dio la llave de la que sería nuestra habitación durante las cuatro noches siguientes.
El hotel estaba bastante bien. La habitación era grande y el aire acondicionado no hacía ruido, lo que para nosotros era una novedad. La habitación triple nos costó 100 yuanes por noche. Además, el mismo hotel organiza excursiones y actividades a las que nos apuntamos.
Nos apuntamos a la excursión a los campos de arroz de Longsheng para el día siguiente, y nos fuimos a dormir.

28-08-2007

El viaje empezó a las 7:40 y el trayecto era de tres horas en autobús. Una vez más pudimos disfrutar de la forma de conducir en China, esta vez desde un autobús. Adelantan aunque venga alguien de frente, por líneas continuas, cambios de rasante… y todo el viaje tocando el claxon. Mientras tanto, por ambos arcenes de la carretera circulaba todo tipo de vehículos: bicicletas, triciclos, gente andando...
Sobre las 10:40 llegamos, y Chin, nuestra guía nos dijo que si queríamos, podíamos ver una demostración de danzas y cánticos de las mujeres Yao. Los Yao son una minoría que habita la zona, y sus mujeres tienen la peculiaridad de que sólo se cortan el pelo dos veces en la vida, de forma que las mayores llevan sobre sus cabezas una especie de sombrero-ensaimada formado por su pelo. Esta demostración nos costaría 60 yuanes por cabeza (es una costumbre muy fea en China la de cobrar las cosas por partes).
Entramos a la demostración, al principio de la cual nos dieron una especie de sopa de arroz que casi nadie tomó. Tal y como nos dijo la guía, hubo danzas y cantos, una demostración de una ceremonia nupcial, y al final de todo, las mujeres nos enseñaron sus largas melenas que llegaban hasta el suelo.


Aquí podemos ver a estas señoras cantando:



Cuando terminamos, nos dirigimos en otro autobús a ver los arrozales de Ping’an. Son varias montañas que han escalonado para así poder plantar el arroz. Lo primero que hicimos fue ir a un restaurante que había al poco de comenzar la subida y comer. Nos costó 97 yuanes los tres. Después de comer, continuamos el ascenso por unas escaleras bastante irregulares e incómodas. Después de alguna parada a descansar, llegamos a unos miradores desde donde se puede apreciar muy bien la vista de estas montañas escalonadas.



Había gente que pasaba de subir y bajar escaleras:




Estuvimos un rato por allí, y comenzamos a bajar, ya que habíamos quedado en el aparcamiento a las 14:30 para volver a Yangshuo.
El viaje de vuelta fue de lo más peculiar. Cuando llegamos a Guilin, nos dimos cuenta de que estábamos dando demasiadas vueltas por la cuidad. Al poco tiempo, el autobús paró y se subió un niño, dio un beso al conductor y se sentó. Habíamos parado a recoger al hijo del conductor. Pero lo mejor estaba por llegar. Unos kilómetros después, paramos en el arcén y el conductor y un pasajero se bajaron… a comprar un melón!!!Después de todo esto, por fin llegamos a Yangshuo. Aprovechamos lo que nos quedaba de día para dar una vuelta por la ciudad y tomar unas cervezas. Cenamos en un restaurante de la zona por 131 yuanes, tomamos algo y nos fuimos a dormir.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Hong Kong

26-08-2007

Salimos del aeropuerto pasando por el control de pasaportes, sacamos 2000 HK$ (algo menos de 200 €) en un cajero (nos dio cuatro billetes de 500), buscamos el autobús que nos llevaría hasta el centro, y esperamos a que llegara en su parada. Cuando llegó, nos dispusimos a subir, pero el conductor nos dijo que no quería saber nada con un billete tan grande, y nos indicó dónde estaba la taquilla. Compramos los billetes (40 HK$ por cabeza) y subimos al autobús. Tras 45 minutos de trayecto, llegamos a nuestro alojamiento, Hong Kong Hostel, en Causebay way. Durante el breve trayecto andando, sufrimos el calor y la humedad que nos acompañaría durante todo el viaje.
Subimos a la recepción, en la tercera planta e hicimos el check-in. Comprobamos que no dominaban el idioma inglés como ponen en su página web… más bien se defienden para las cosas básicas. Pagamos (480 HK$ la habitación con tres camas), y nos dirigimos a la habitación. 3 camas y poco más, con un aire acondicionado extremadamente ruidoso.
Dejamos las maletas, nos cambiamos de ropa para adecuarnos al calor, y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad mundialmente conocida por su famoso "made in". Estuvimos unas horas andando y conociendo la zona. Cada poco tiempo teníamos que parar y comprar unas botellas de agua para no deshidratarnos.



Cuando anochecía, cruzamos en barco a Kowloon (5.1 HK$ por trayecto y persona), y nos sentamos a esperar el espectáculo de luces que hay todos los días a las 20:00. Está bien ver como se iluminan al ritmo de la música los rascacielos de la bahía.



Después, fuimos a dar una vuelta por el mercado nocturno, y cenamos en un restaurante de la zona. Cada uno un plato de pollo o pato con arroz, por 80 HK$ entre los tres.
Después de la cena, volvimos a coger el barco hacia la isla de Hong Kong, y nos fuimos a la cama tras un día muuuy largo.

Al día siguiente (lunes), nos levantamos y subimos al pico Victoria. La subida se hace en un funicular que dicen que es un tranvía (Peak Tram), y que vuesta 33 HK$ el billete de ida y vuelta. Una vez arriba, se sube por unos cuantos tramos de escaleras mecánicas hasta el mirador desde donde se puede ver una buena panorámica de la isla de Hong Kong con todos sus rascacielos y de la peninsula de Kowloon.



Por la tarde, cogimos un ferry que nos llevaría a Shenzhen. El billete cuesta 200 HK$ por persona, lo que es bastente caro, pero es la mejor manera de llegar al aeropuerto. Nada más desembarcar en Shenzhen, pasamos el control de entrada a China, y fuimos en un autobús gratuito al aeropuerto. Allí facturamos, nos dirigimos a la puerta de embarque, y a la hora de embarcar… otra vez retraso!!! Estaba el día tormentoso y nuestro avión no había llegado.
Finalmente salimos con hora y media de retraso hacia Guilin (a las 22:00 en vez de las 20:30).
Como estaba lloviendo, el personal de aeropuerto repartió a todos los pasajeros unos chubasqueros para que no nos mojáramos en el trayecto del autobús al avión. En el avión, as azafatas esperaban con una bolsa para recoger los chubasqueros.
Yo había quedado con el hotel de Yangshuo en que nos mandaran un taxi a recogernos (220 Yuanes), y temía que con el retraso del vuelo el taxista se hubiera ido. Pero no, allí estaba esperando con un cartel en alto donde ponía “Enrique C. R.”.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

El viaje de ida

Salimos de Madrid puntualmente el sábado 25 de Agosto a las 10:10. Sobre las 11 nos sirvieron la comida (un poco pronto, pero qué se le va a hacer), y aterrizamos en el aeropuerto de Helsinki algo antes de las 15 hora local (una hora menos en España).
El vuelo a Hong Kong salía a las 16:50, así que nada más salir del avión, nos dirigimos a la puerta de embarque del siguiente vuelo y nos sentamos a esperar hasta las 16:20, hora a la que empezaba el embarque. Minutos antes se empezó a formar una cola compuesta mayoritariamente por chinos, y justo cuando debería empezar el embarque apareció en el monitor el mensaje “New info at 17:30”. El vuelo se retrasaba, pese a estar el avión en la pista desde hacía un buen rato. Como compensación nos dieron a cada uno un vale por 17 euros para gastar en los restaurantes del aeropuerto. En estos momentos fue cuando empezamos a comprobar en nuestras carnes la educación de los chinos. Si tienen que pasar por medio de dos personas separadas por cinco centímetros, empujan y pasan sin problema alguno. Los chinos comprobaron la dureza de mis codos (qué le voy a hacer, no me gusta que me empujen y me revuelvo cuando lo hacen).
Con los vales de 17 euros, comimos unas pizzas y tomamos unas cervezas. Mientras comíamos, el mensaje del monitor cambió. Ahora se retrasaba la nueva información hasta las 19:30. Ya el retraso iba a ser grande…
Minutos después, vimos que el avión era retirado de la puerta de embarque. Así fue pasando el tiempo entre paseos por el aeropuerto y largos ratos sentados, hasta que llegó la hora… y volvieron a retrasar la entrega de información hasta las 20:30. Además, cambiaron la puerta de embarque.
Al final, salimos casi a las 10 de la noche, por lo que llegamos a nuestro destino sobre las 12:30, en lugar de las 7:30 previstas.
Por lo que explicaron una vez que embarcamos, el retraso se debió a un fallo en los sistemas hidráulicos.

Ya estamos de vuelta

Pues sí, se ha acabado el viaje. Ha salido todo muy bien, como estaba planificado (salvo un par de retrasos de aviones, pero sin consecuencias).
en días sucesivos iré redactando la crónica del viaje y publicaré fotos y vídeos.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Fotos

Como nos lo pide Amaya (creemos que es la hermana de Miguel), podre unas fotos. Poca cosa, que no tenemos mucho tiempo.

Empezaremos por una de Yangshuo:




Esta otra es en Xi'an:



En Beijing, en el mercado de bichos:



Y por ultimo, en la muralla:




En respuesta a Cesar, las chinitas estan locas.


martes, 4 de septiembre de 2007

Andamos por Beijing

Por fin tenemos un rato para conectarnos y contar algo.
Estamos en Beijing, de hecho llevamos tres dias. Hoy hemos estado en la Gran Muralla, y es muy cansado, un buen paseo bajo un sol abrasador y todo el rato subiendo y bajando escaleras.

Hemos quedado dentro de un rato con unos espanoles que hemos conocido aqui para cenar y tomar algo.

Cuando volvamos eescribire las cronicas con mas detalle.

martes, 28 de agosto de 2007

Ya estamos en Yangshuo

Saludos desde Yangshuo. Estamos pasando calor y sudando hasta empaparnos. Hoy hemos estado de excursion en Longsheng, viendo campos de arroz y las mujeres Yao.

Por lo que veo, no tengo acceso al blog, pero si a la creacion de entradas.

viernes, 24 de agosto de 2007

Ya nos vamos

Llegó el día. Mañana saldremos a las 10:10 de la mañana hacia Helsinki con la compañía Finnair. Allí estaremos una hora y cuarto, y embarcaremos en otro vuelo con destino Hong Kong. La llegada a Hong Kong está prevista para las 7:25 hora local (1:25 en España).

jueves, 9 de agosto de 2007

El Itinerario (2)

Aquí tenemos un mapa del itinerario: