martes, 9 de octubre de 2007

Shanghai (2)

09-09-2007

Nos levantamos, desayunamos lo que habíamos comprado el día anterior y salimos. Pasamos la mañana dando una vuelta por la Concesión Francesa y por la ciudad antígua.



Para comer, decidimos variar un poco y nos metimos a un McDonalds.
Sobre las cinco de la tarde, estábamos por los alrededores del Museo de Shanghai, cuando se nos acercó una pareja hablando en inglés. Rápidamente identificamos el guión: que de donde somos, que donde hemos estado, que cuanto tiempo llevamos en China… hasta que la chica nos dijo que su amigo y ella iban a un espectáculo de acrobacia y se ofrecieron para ir juntos. Nuevamente declinamos esta amable invitación y volvimos tranquilamente a la zona de nuestro hostal a buscar un sitio para cenar.
Entramos a un restaurante que tenía en las puerta fotos de los platos, pero cuando vimos la carta (no tenía los precios), nos fuimos para evitar tener que montar un follón después de que nos intentaran timar. Entramos al restaurante de al lado, que estaba lleno de chinos jóvenes. El personal no hablaba ni una palabra de inglés, pero muy amablemente nos trajeron un cartón en el que tenían apuntado como se escribe “pollo”, “ternera” y “pescado” en chino. Con esto, pedimos ternera y pollo, con abundante arroz y cerveza para acompañar. En la mesa había un papel en el que apuntaban todo lo que íbamos pidiendo, así como los precios. Cuando pedimos la cuenta, se llevaron el papel y vino una señora diciendo algo en chino a la vez que marcaba en la mesa con el dedo lo que parecía que era el número 120. Como según nuestras cuentas la cuenta era de 95 yuanes, le dijimos que de eso nada, por lo que después de intentarlo un par de veces más, fue a hablar con un camarero joven. Después de esta conversación entre ellos, el camarero vino y nos dijo que la cuenta era de “niti-fai” yuanes, justo lo que esperábamos. Pagamos y volvimos al hostal.


10-09-2007

Por la mañana fuimos al templo del Buda de Jade, y después a conocer un mercadillo que habíamos leído que estaba en la parada de metro de museo de ciencia. Vimos que era otro mercadillo más lleno de gente un poco pesada, así que dimos una vuelta y no tardamos mucho en irnos.



Pensando en qué podíamos hacer, decidimos ir a dar un paseo en el tren más rápido del mundo, que es el que lleva desde Shanghai hasta el aeropuerto de PuDong. Para ello, fuimos en metro hasta la estación de Longyang y seguimos las indicaciones que llevaban al “Maglev train”. Efectivamente se trata de un tren de levitación magnética que alcanza los 431 Km/h para conectar la ciudad con el aeropuerto en siete minutos. El precio del billete de ida y vuelta era de 80 yuanes. Por lo visto si llevas un billete de avión para el mismo día es más barato… pero poca gente lo llevaría, porque por lo que vimos, la mayoría de la gente iba como nosotros, en viaje de ida y vuelta simplemente para conocer el tren. Aquí tenemos un vídeo de un momento a la velocidad máxima:



Cuando volvimos a Shanghai, buscamos un sitio para comer. Tras mucho buscar, decidimos repetir en el McDonalds, ya que en los sitios que veíamos, no tenían carta en inglés ni con fotos… y como era tarde, no había más gente comiendo, así que no podíamos señalar sus platos y decir que queríamos lo mismo.
Por la tarde volvimos a la calle Nanjing y al Bund, pasando antes por la zona del museo de Shanghai. Como esperábamos, nos asaltaron varias personas para, siguiendo el guión de siempre, “invitarnos” a ir a los más diversos lugares. Decidimos seguirles la corriente y vacilarles un poco, así que lo pasamos bien. Cuando ya nos íbamos, nos encontramos con la pareja del día anterior, que casualmente debían ir otra vez al espectáculo de acrobacia (debe ser que les gustó mucho). Incluso nos reconocieron y nos saludaron.
A última hora de la tarde fuimos al Bund, para verlo mientras anochecía.



Después, volvimos hacia el hostal y fuimos otra vez a cenar al mismo sitio del día anterior. Cuando los dueños nos vieron nos saludaron efusivamente, sorprendidos de que volviéramos. Como el día anterior nos habíamos pasado un poco con la cantidad de comida, pedimos menos, así que esta vez la cuenta ascendió a sólo 53 yuanes.
Después de la cena, fuimos al hostal a hacer las maletas y acostarnos, ya que al día siguiente tocaba pegarse un madrugón de los buenos.

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